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Nuestra Escuela: su historia






 

  Por decreto del 16 de febrero de 1909, firmado por el Presidente de la Nación, Dr. José Figueroa Alcorta y el ministro de Justicia e Instrucción Pública, se crea la "Escuela de Maestras Nº 5 Martín Miguel de Güemes de Barracas al Norte".  Fue el primer establecimiento de enseñanza secundaria que funcionó en el barrio de Barracas.

  El edificio está situado en el mismo lugar desde su fundación, en la calle Arcamendia, en terrenos cedidos por el Consejo Deliberante. Se comenzó su construcción en 1894 y desde entonces conserva su estructura edilicia.

  Antes de su fundación, funcionaban en el lugar dos escuelas primarias (de varones en el actual Curso de Aplicación y nenas en Media). La directora del establecimiento vivía en la casa situada donde hoy funciona un gimnasio y donde años después, en 1942, se crearon aulas destinadas al Jardín de Infantes.

  Ls directora fundadora fue la Profesora Clotilde Guillén de Rezzano, quien organizó el establecimiento e intervino directamente en la designación del personal.

   

   

  

2 comentarios

dina beatriz villarino viturro -

EN 1944 CURSÉ SEGUNDO GRADO.IBAMOS TODOS LOS DÍAS DESDE VTE.LÓPEZ DONDE VIVÍAMOS,CON MI TÍA ISOLINA VILLARINO QUE ERA LA REGENTE..CON ELLA APRENDÍ A ESTUDIAR Y A CULTIVAR EL ESPÍRITU A TRAVÉS DE LA LECTURA.COMO DOCENTE,DADO QUE SEGUÍ ESA NOBLE TAREA FAMILIAR,FUE MI GUÍA E INSPIRADORA.ME DESEMPEÑÉ COMO SUPERVISORA ESCOLAR DE EDUCACIÓN ESPECIAL EN EL GCBA.GRACIAS POR TAN HERMOSOS RECUERDOS.

Maxi -

Estoy escribiendo una novela y este es el primer capìtulo.
Ya voy por el dècimo. Espero comentarios sobre este fragmento a la direcciòn de correo electrónico.

Las Desventuras de Maxi

(de Barracas)

I N T R O D U C C I Ó N


Estamos en diciembre y el sofocante calor derrite las pocas ideas alojadas en la insana cavidad de mi cerebro.

No aguanto más esta pesadez, salgo a la calle para no quedarme con el trasero pegado a la silla junto a la computadora. Que vicio, estar navegando a toda hora por los foros de la red donde leo un montón de estupideces como ésta, escritas por otros tantos inútiles como yo.

Mientras camino por las arrumbadas veredas de mi barrio, tratando de no quebrarme una pata con los interminables desniveles y baldosas rotas o sorteando el excremento de los pobres perros, cuyos estúpidos y sucios amos los dejan ensuciar en cualquier lado. Pregunto si algún día se encargarán de repararlas los corruptos municipales ocupados en coimear algún pobre infeliz al mando de un miserable boliche.

Mientras hago todo eso, pienso que por culpa de este maldito tilde de internet hace dos días que falto al trabajo.

Tampoco es muy importante, total por la miseria que paga el patrón, que se aguante.

Mi amigo el Chueco García que trabaja de camillero en el hospital, consiguió un par de sellos de un médico desmemoriado que los olvidó el domingo en la sala de guardia.

El recetario para la justificación por estar enfermo, el Chueco lo había chorreado anteriormente de un consultorio.

El lunes lo encaro al jefe, le doy el justificativo y seguro entra como un caballo.

No lo sé, pero siempre que camino lo hago en dirección a la parada del 98, soy bastante masoquista, es el colectivo que me lleva directo al trabajo.

El micro debe ser cómodo, lástima que siempre viene hasta las pelotas y todavía desde que trabajo hace tres meses, no conozco siquiera de que color es el tapizado.

Mejor alejar de la mente estas ideas deprimentes que condicen con el trabajo y disfrutar del clima de mi entrañable Buenos Aires.

¡Ah! Que sensación de bienestar respirar este ambiente, a ver... una profunda inhalación para inundar los pulmones del putrefacto aire que despiden los homicidas vehículos que pululan por las callecitas de mi ciudad.

Mirá, mirá... ese surubí que va navegando por la purulenta corriente que circula a la orilla del cordón, ese submarino no es de perro, ese excremento es de humano.

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Lo que faltaba, que ahora tengamos que caminar sorteando tipos defecando en la vereda.

Igual a mi barrio no lo cambio por nada y eso que hace años que los sucesivos encargados de gobernar la ciudad le han dejado de dar bola, perdón me rectifico, en época de elecciones algo hacen, aunque mal.

Voy a detenerme por un instante en esta callecita donde han llegado mis diminutas zapatillas número 45, solo para describírtelo; no quiero hacer de esto un poema de Calamaro o El Matador de Los Fabulosos Cadillacs

Por supuesto que si conocés a los Cadillacs y la letra de la canción sabrás que hablo del barrio de Barracas.

Mi barrio está ubicado en el sur de la ciudad de Buenos Aires. Viste esa famosa frasecita que dice “el sur también existe” pregunto, como diría Borges “perdonen mi ignorancia” quién carajo la inventó.

Lo que existe es Barrio Norte, Recoleta, Palermo Soho, Palermo Hollywood, y algún otro Palermo pero, La Boca, Pompeya, San Telmo, etc. y en ese rejunte ¡Barracas...! son barrios postergados.

Cuando te hablan de Barracas, al mejor orador entre los guías de turismo le oís decir por ejemplo - estas históricas calles empedradas con olor a tango -

Mientras escribo, mi pobre vejiga no soporta esta frasecita provocando la incontinencia del órgano que hace mojar mis pantalones.

¿Históricas calles empedradas? Pozos con adoquines embreados y escarbando un poco descubrirán estiércol petrificado de alguna tropilla de Rosas. ¡Asfalten turros...! Los carruajes de la colonia dejaron de pasar hace doscientos años.

Con olor a tango sí, seguramente de algún vaho suspendido que se le escapó a Gardel un día que lo traicionó el alcohol.

El único olor que hay en Barracas es el olor a bosta condensada que despide el Riachuelo y que basándome en el pasado y prediciendo el futuro, en esta vida ningún funcionario va a ordenar una limpieza.

Creo que estoy describiendo mi barrio sin obviar nada, tampoco es ninguna ciencia hablar de todas estas miserias, después de todo la mayoría de los barrios aunque parezcan de más categoría si nos detenemos a observarlos nos daremos cuenta que sufren males similares y ni hablar de lo que existe, si es que existe algo urbanizado atravesando el Riachuelo o la Gral. Paz.

Como esto se está tornando aburrido y yo necesito que vos te enganches con esta novela para poder hacerme famoso, voy a hablar un poco de mí.

Hola, mi nombre es Maximiliano pero todos me llaman Maxi y el tuyo, no precisás decirlo, sabemos que sos el infeliz que está perdiendo el tiempo en leer esta sarta de idioteces en vez de estar haciendo algo útil.

Tengo 21 años y soy muy maleducado aunque, para esta historia tengo que obviar las mejores palabras del mal hablado castellano, inundado de improperios que practicamos comúnmente los habitantes de estas tierras. Pero, algunas malas palabras y modismos quedaran impresos en las páginas de esta novela para lograr el ambiente necesario, para que la misma sea creíble.

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Todo sea por la literatura y sus críticos pues, parece que la retórica indica que para agredir o insultar, el personaje debe hacerlo con educación. Aunque, si este escrito cae bajo la óptica de un literato, preguntará en su más fino lenguaje - ¿Qué mierda es esto?

Hecha la aclaración, prosigo. Como decía tengo 21 años me considero heterosexual bien definido, no como algunos que dicen serlo y luego vez que andan quebrando muñecas por Constitución o Prostitución como dice mi amigo el Chueco.

No tengo nada contra los travas pero intentá definirte hermano, si sos gay, asumí tu condición sin disfrazarte de mina.

Algunas cosas ya te las conté, no me gusta trabajar, aunque en la Argentina no es ningún pecado casi se diría, el que trabaja está en pecado mortal.

Tengo dos hermanos, los dos estudian, no le pegan a una materia ni de casualidad y eso que mi viejo es profesor de matemáticas e historia y mi vieja maestra.

En una familia donde la cabeza está constituida por docentes, es una pena que el resto de sus componentes, yo por que soy el primer burro, para no espantarme y mis hermanos, podamos ser tan ignorantes.

De una de las frases que siempre anda tirando el filósofo del Chueco rescato ésta – el saber no ocupa lugar, el lugar en tu casa lo ocupás vos que sos un boludo... y tus hermanos que siguen tus pasos.

Aceptá mi disculpa por esta forma grosera de hablar, pero no creo que te sorprenda. Ahora la juventud y muchos que no lo son tanto, utilizamos este lenguaje.

A veces cuando conversamos con el viejo nos cuenta que en su época tratar a otro de boludo era una ofensa y cualquiera se agarraba a trompadas, habla como si lo estuvieran filmando o haciéndole un reportaje, lo cuenta con aire de profesor de secundaria que está explicando en clase.

- Hola boluda.., que haces boluda, así que transaste con el boludo, y luego de una pésima imitación de sus alumnas sentencia – parece que hoy todos se llaman igual -

Se posesiona y sigue disertando, como si estuviera dando una cátedra en la universidad, he imitando de nuevo voces de mujeres tortura en forma despiadada nuestros tímpanos relatando un estúpido dialogo, seguramente de algunas alumnas de su clase.

El pobre viejo es tan malo en la imitación, que su voz parece la de un travestido invitándonos a un momento de pecado al caminar por Constitución, mientras nosotros nos hacemos los distraídos mirando para otro lado.

Perdón me aparté del tema, estaba hablando de mi viejo, solo puedo decir que es un fenómeno, ¡Bah! Es mi viejo que querés que diga.

Es gallina vos me entendés, el equipo de la banda roja, son los colores que lleva en el corazón.

Es el fanático que va a la cancha cuando alguno de sus amigos le regala una platea, por consiguiente hace años que no pisa un estadio.

Eso sí por tele no se perdía un partido, en casa estábamos bien equipados, nos habíamos enganchado del cable de un vecino que a su

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vez estaba colgado con otros cuatro, lo distinto es que este nunca supo que nos enganchamos con él, por eso no pagábamos un carajo.

Jodimos al vecino por miserable y otro tanto a la empresa de cable ya que hicimos justicia por mano propia. Estos tipos te ponen setenta canales y lo que te pasan ya fue repetido quinientas veces, si querés ver el clásico de la fecha tenés que alquilar el decodificador y pagar el doble.

Pero como te dije, estábamos bien equipados, el deco trucho aún continúa bien colocadito debajo del televisor, - aunque ahora no sirve para nada - se lo compramos al Chueco por cincuenta pesos. No-man, no me equivoqué la novela está bien escrita el Chueco no es vendedor, trabaja en el hospital lo escamoteó el día que llevaron un chorro herido de bala a la sala de guardia, los parientes se afanaban todo, mi amigo como de costumbre aprovecho la volada.

Preguntarás que hace un decodificador en la sala de guardia, que querés que te diga, no habrá gasas, alcohol, jeringas y demás insumos. Los médicos hicieron una baquita, compraron la tele, el deco y cada vez que tenían que atender una urgencia a la hora del partido tiraban la monedita para ver a quien le tocaba. Si no es grave que el paciente espere, todo sea en beneficio de la salud... ( de los médicos)

El día que “faltó” el decodificador, fue el Chueco quien se encargó de hacer la vaquita, es un tierno mi amigo y de paso se quedó con el vuelto.

Entonces los doctores, pudieron otra vez ver el clásico del domingo.

Pero como la tecnología progresa segundo a segundo, los turros del cable inauguraron la señal digital y nos reventaron a todos los pobres.

Ahora cada vez que juegan el súper clásico, mi viejo hace como en las vacaciones camina hasta el café de la otra cuadra.

Los gallegos tienen señal digital pero, la vidriera tan sucia que parece polarizada, entonces el viejo, paradito apoya la ñata contra el vidrio como en el tango y lo mira desde ahí.

Otra vez divagando, cada vez que hablo sobre algo importante derivo en otro tema.

Ah... mi viejo se llama Alberto es un gran tipo, creo que ya lo dije, mi novia no piensa lo mismo en realidad ella opina lo contrario, lo odia pero, todo tiene su explicación.

Luchita, así la llaman, es alumna de mi papá Tiene diecisiete años y está espectacular a veces pienso, ¡Cómo hice para que me diera bola! Bueno, la verdad que nunca hice nada. Un día ella me encaró, me preguntó como me llamaba y si era el hijo del profesor de historia del Arcamendia.

Nos conocíamos de vista, vivimos cerca. Ella a una cuadra del colegio, yo a cinco.

No sé si soy el novio o el infeliz que tiene que convencer a mi viejo para que no la aplace.

Luchita a pesar de sus pocos años es muy rápida y causa más despelote que cincuenta piqueteros cortando el puente Pueyrredón.

La quiero con toda el alma, pero tengo que resignarme a ser su segundo amor.

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No, no es lo que estás pensando, no soy un cornudo conciente bueno sí, lo soy.

Sucede que ella me engaña, ya sé, no entendés nada. La verdad que ni yo entiendo.

Ella me engaña con el más acérrimo de mis enemigos, para que tomes conciencia de lo que estoy hablando, te recuerdo que mi viejo es fanático de River.

¿Adivina quien siguió los pasos de mi querido padre?

Por supuesto, su hijo predilecto, o sea yo. Maximiliano, desde la cuna convertido en otra gallina de las que abundan por estas benditas tierras.

Te habrás dado cuenta cuál es el gran amor de Luchita, si exactamente lo que estás pensando, es una fanática hincha de Boca.

La trastornada ésta, vive con la camiseta puesta, no se la saca ni para bañarse.

¿Crees que aprobará historia?

Voy a tener que agudizar la imaginación para convencer al viejo que mi novia luce bajo el guardapolvo la camiseta de Boca, solo por una promesa que hizo.

Quizá no cueste mucho persuadir a mi papá, total ya está curado de espanto porque mi vieja aunque no es fanática también tiene estirpe bostera.

Son pocas las diferencias de gustos con mi novia, además de esta rivalidad futbolera.

Por ejemplo te digo que en materia de música le gusta la cumbia villera, si es que a eso se le puede llamar música.

Lo mío si es de onda, aguante el rock nacional Intoxicados, el Piti Álvarez es un genio, en el trabajo el amargo de mi jefe que es de la época de Palito Ortega y Leo Dan dice que soy un payaso, pobre infeliz. Siempre llevo puesta la remerita de mi banda.

Como te estaba contando, a Luchita le gustan los tipos con gran físico. Sobre ese tema puedo decirte que sufro ausencia de pecho y además, carezco de espalda. Me rompió tanto las pelotas que terminé anotándome en un gimnasio, hoy se cumple un mes desde que me quitaron el yeso del pie, se cayó una pesa y me fracture cuatro dedos.

Recuerdo que en la secundaria, vos sabés siempre hay un salame que se hace el gracioso, había un compañero que me tenía podrido, siempre decía.

- Vos no sos Mis Músculo, sos minúsculo - y eso que me cansé de explicarle al estúpido que no era Mis, sino Mister Músculo pero el retardado seguía siempre con el mismo tema.

Ahora recuerdo, también fue en la secundaria cuando decidí que todos me llamaran Maxi, al principio del primer año.

No me digas que nunca te cargaron en la escuela, a un compañero, buen tipo, como su cara resultaba algo graciosa le decían cara de historieta. A mí, cuando pasaba lista el preceptor y en el aula retumbaba Maximiliano, saltaba un estúpido de la última fila que decía agarrámela con la mano, desfigurando la voz para confundir al celador.


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Perdón por desviar el argumento, te estaba contando de Luchita, tampoco coincidimos en lo referente a la política, este tema más el futbolístico al cual me referí son los que comúnmente inciden en los despelotes de parejas adolescentes. Mentira, es una broma, que van a preocupar esos temas, a quién le importa cuando estás tranzando, por que cuadro hinchás o por que partido político simpatizás.

Por supuesto que a mi no me importa y a ella creo que tampoco, por lo menos nunca dejó de besarme para decirme soy hincha de Boca aunque sí, me dejó la boca hinchada a besos.

La verdad es que Luchita no entiende nada de política pero como el viejo es militante peronista y ella a su papá lo banca a muerte, imagínate lo insoportable que es cuando tocamos el tema.

En casa mis viejos odian la política, me rectifico lo que detestan es a los políticos, a los malos políticos culpables a su entender de la crisis social y cultural en la que está sumergida la Argentina.

No sé cuales son tus ideales, pero cualquiera sean los respeto.

No como los milicos genocidas que nos gobernaron en los setenta secuestrando, torturando y asesinando sin piedad a quienes pensaban distinto.

Eso lo he escuchado de boca de mis viejos, para mí es sagrado, porque ellos han vivido esa época.

A los políticos no les creo nada, menos después de lo que sucedió en el dos mil uno, porque aunque yo tenía quince años no era tan inocente como para no darme cuenta.

La gente gritaba que se vayan todos, que se vayan todos, pero los muy vivos se las ingeniaron para que se queden todos.

Aunque pensándolo bien, si se hubiesen ido todos, quién nos gobernaba y a quiénes achacaríamos la culpa de nuestros vicios como sociedad.

Por eso cuando mi viejo habla de políticos se recalienta, dice que son los culpables de todos los males de la patria, fueron tan pésimos como gobernantes que casi todos los gobiernos terminaron en golpes militares.

¡Ah...! Los militares ¿Héroes? ¿Cuáles, los de carrera? Héroes hay muy pocos San Martín, Belgrano... y los anónimos soldados que han peleado y muerto por la patria.

Siempre me pregunto, así como fueron tan “valientes” y eficaces en la lucha contra la subversión torturando y matando a discreción, porqué fueron tan cobardes en la guerra de Malvinas.

No sé si pensás lo mismo, pero entre los dos si querés podemos rezar un padre nuestro o la plegaria con la que implorás en tu religión, por todos esos soldados conscriptos muertos, verdaderos héroes de nuestra patria.

Disculpá que me puse tan serio pero es uno de los venenos que heredé de mis viejos y no puedo dejar de contarlo en este relato.

Éstas y muchas otras cosas, algunas me las relataron ellos, otras las leí, en el cole me enteré de otras tantas y de tal suma, más lo poco que he vivido intento crear mi propio juicio.

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Ya vez mi novia es peronista a lo mejor te cae bien, por ahí en tu casa son del mismo partido que Luchita y su papá, los peronistas son como los boquenses, la mitad más uno.

La diferencia está en que Boca es un club de fútbol y cuando el cuadro pierde, los únicos que se perjudican son los hinchas y el club. Cuando pierden los peronistas o sea cuando se “equivocan” como al parecer van ha ser gobierno para rato, quienes perdemos somos los argentinos y el país.

El viejo de Luchita se llama Juan adivina cuál es el segundo nombre Domingo pero no por el feriado, aunque el viejo es bastante vaguito, por Juan Domingo Perón.

Esto del peronismo en la familia de Luchita viene de herencia su abuelo era un importante sindicalista, para tu información los que dirigen los sindicatos son todos justicialistas aunque en realidad estas agrupaciones deberían ser independientes.

Estas cosas también me las cuentan mis viejos, ellos dicen que en épocas en que los gobiernos no son de tendencia peronista o justicialista, los sindicalistas se la pasan haciendo huelgas, parando el país y boicoteando al gobierno de turno.

En eso estoy de acuerdo con mis padres, soy independiente, pero no de los amargos del Rojo, perdoná si sos del Diablo, lo que quiero decir es que los independientes no somos simpatizantes de ningún partido político, votamos lo que nos parece que es bueno para el país, por eso la mayoría de las veces lo hacemos en blanco o impugnamos el voto y no como muchos que votan a un partido por tradición o por un par de zapatillas o apenas por un choripán.

Luchita no llegó a conocer a su abuelo, el pobre murió dos años antes que ella naciera.

A su papá se le inundan los ojos de lágrimas cuando habla de él, parece que el jovato era su ídolo.

Juan proclama orgulloso comentando de su padre – Se la pasaba haciéndole paros al radicha de Alfonsín.

Conversando con el Chueco le contaba sobre esto, y le dije - El pobre viejo murió en su ley.

El Chueco sorprendido, preguntó – ¿De qué murió?

De un paro cardíaco, le contesté. Nos miramos y nos empezamos a morir de risa.

El padre de Luchita a pesar de ser peronista, medio vago y jugador de quiniela, loto e ir al bingo me resulta un tipo simpático, ¡Qué voy a decir! Es el papá de mi novia.

Estúpido no es, el tipo trabajaba en el consejo deliberante, no recuerdo cuando, pero hace más o menos tres o cuatro años hubo un gran despelote y echaron un montón de gente. El pobre Juan Domingo tres días antes sufrió un infarto, dos meses más tarde lo jubilaron por invalidez ¡Qué suerte tuvo el desgraciado!

Ahora maneja un comedor comunitario, siempre anda mangando para los niños pobres, nunca dio la dirección donde funciona el comedor, Luchita tampoco sabe, pero está orgullosa de la obra de bien que hace su papá. La pobre es tan ingenua y el padre tan chanta.

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El hombre tiene una a favor, por eso me resulta simpático. Cuando Luchita era una beba su papá quedo viudo, pero afrontó con entereza el mal trance criando a su hija lo mejor que pudo. ¡Claro! También tenía y tiene la invalorable ayuda de su madre, o sea la abuela de Luchita.

Doña Clara cocina los mejores bizcochuelos que he comido en mi vida, que me perdone mi vieja y sus tortas duras como piedra.

Ochenta años que parecen setenta. Más joven que Mirtha Legrand después de siete cirugías.

Los mejores ravioles, las mejores salsas, todo lo que cocina la abuela es para chuparse los dedos.

Maru Botana, Blanca Cotta y el gallego Arguiñano, al lado de la abuela de mi novia son aprendices.

Aclaro lo de gallego Arguiñano, por si este relato se convierte en best-sellers y de casualidad llega a la península ibérica. Seguro no faltará un hermano de la madre patria que diga - Argentino ignorante, este tío no sabe que Arguiñano es vasco.

Entonces le contestaría con mi mejor acento español.

-Que joder ostias, nosotros a todos los nacidos en España les decimos gallegos o acaso ustedes a los latinoamericanos, sin importarles de que lugar somos nos tratan de sudacas.

Para que se entienda mejor, aquí decimos gallegos a nuestros abuelos cariñosamente, salvo que este precedido por la preposición de, seguida del vocablo mierda.

Ustedes en su país les dicen sudacas y en forma despectiva a los nietos de esos abuelos que emigraron a América porque allá se estaban cagando de hambre.

Hecha esta pequeña aclaración prosigo con mi relato.

Los kilos que bajo durante la semana con los despelotes que tengo por culpa de Luchita, con los manjares que prepara Doña Clara el sábado a la noche los recupero enseguida.

Hablando de sábados a la noche, ir de visita a la casa de mi novia tiene sus virtudes y también sus desventajas.

No voy anegar que la abuela Clara hace unos platos espectaculares, nunca voy a olvidar el primer sábado que entre a la casa de Luchita, confieso que estaba un poco nervioso, no conocía a su papá y mucho menos a la abuela aunque mi novia ya me había contado bastante de los dos. Eran las únicas personas a quien amaba antes de conocerme y las únicas dos que sigue amando.

Su papá no estaba ese día, tenía un compromiso ineludible, una reunión en la unidad básica peronista del barrio.